La luna es redonda.
No lo es. Está achatada, o le faltan bocados, a veces por un lado, otras por otro.
La luna es redonda. No todo lo que ves es cierto. La luna es redonda, y siempre tiene el mismo tamaño.
Mentira: A veces crece, otras decrece y... desaparece. Se la come la oscura noche, que le va dando bocaditos cuando nadie mira, pero luego se siente culpable y los va vomitando, de uno en uno, otra vez al despiste, impecables, como si nunca se los hubiese comido...
La luz te hace creer esos extraordinarios cuentos. No me seas inocente.
A mí me gustan los cuentos.
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- Ay mi niña linda. Venga, deja de protestar que ya llegamos - la bebé mira a su charlatán padre sin perder detalle, y sin dejar de protestar...
La pediatra sale dispuesta a bajar a la salita para su descanso. El papá llegó antes de tiempo. Un bendito (así lo describió ella misma después, cuando nos contó la historia...)
- ¡Qué padre más enamorado de su niña! - decía la enfermera - No paraba de hablarle, como si fuera mayor, como si le entendiese, me hizo mucha gracia -
- Es que es un bendito - contestó la pediatra - siempre le habla así, es muy tierno...-
- Mira quién está aquí.... Saluda a la doctora- dijo el papá
- Cinco meses ya ¿no? - la médica le hacía carantoñas al bebé
- Sí - contestó su padre - ¿a que está bonita?, así sonriente casi ni se le nota ya ¿verdad? -
- Bueno, notar, sí que se le nota... - contestó la pediatra - pero un poco menos - añadió para no contrariar al embelesado padre.
El bebé tenía la cabeza un poco deformada. En las primeras revisiones la pediatra lo constató. Ahora no entendía por qué aquellos papás, unos benditos tontos, no iban directamente a magistratura para denunciar el trato negligente recibido en el Hospital, al que se dirigieron con un volante preferente en el que se explicaba que el bebé tenía una deformación importante en la cabeza (no el típico achatamiento leve de dormir siempre del mismo lado...) que aun podía corregirse (antes de que se cerrasen los huesos del cráneo, especialmente los de la parte de atrás).
Pero sólo consiguieron que le diesen cita para el neurólogo infantil para meses más tarde.
Cuando volvieron a la consulta de la pediatra, contrariada les cambió el volante preferente por uno urgente.
Consiguen que un neurólogo los reciba unos días más tarde por mediación de la persona responsable de la Atención al Paciente, que se dolió porque la madre se le echó a llorar de impotencia por no poder hacer nada para que, simplemente, el neurólogo aceptase ver al bebé lo antes posible....
Cuando por fin entran en la consulta del especialista, éste lee desinteresado el volante, aparentemente sin darle importancia, resignado a hacer un favor, y al fin, se decide a ver al bebé....
Al examinarlo cambia de actitud y acepta que es urgente, que hay que hacer algo pronto, pero es necesario comprobar si ya se han cerrado los huesos del cráneo, y si es así habrá que operar a la niña (entre una cosa y otra ha pasado mes y medio y el bebé sigue creciendo con la cabeza deformada). Así que le hace un volante urgente para un TAC.
Le dan cita para cuando el bebé tiene más de 5 meses.
La pediatra está indignada. Los padres estúpidamente resignados, ven la cabeza de su maravillosa niña cada vez más redonda... "ya casi ni se le nota... ¿verdad doctora?"
Les gustan los cuentos. Y su niña es la más bonita del mundo.